miércoles, 11 de julio de 2018

FORMAS IDEALES DE MORIR


Maldigo este tonto arte de escribir por no saber bien qué decir en voz alta.  Es como estar constantemente atragantado con un hueso humano demasiado grande y macizo como para siquiera ser partido de forma alguna.  Te empieza a doler la boca, y sangran tus encías de tal forma que no puedes dejar de odiar, como buscando alguna manera de sublimar toda esa rabia por no poder liberarte.  Y ni hablar sobre que constantemente te dicen lo fácil o lo lindo que es; escribir, embellecer los discursos, improvisar sobre las mismas palabras.  Y luego esas mismas personas se acuerdan de todo lo que queda por luchar, o de lo injusto que es el mundo, pero ya le quitaron el peso político al arte.  Ahí está este hedonismo cultural, donde todas las maquetas o libros fueron producidos en un laboratorio con el mismo rostro blanco y feliz que te dice que todas esas obras son para el goce; que las emociones se deben controlar y que solo la alegría es una forma de resistencia ante la opresión.

Tengo en cierto modo este don que no he querido ocupar bien porque la industria y el mundo han cambiado.  Me crié con ciertos textos que fomentaban todo lo que ya ha dejado de ser fomentado, y han aparecido nuevas formas de estancamiento.  Se promueve de todo menos las fusiones, las líneas discontinuas.  Todo es bien progreso o nihilismo.  No parece haber un punto medio.  Así que, si me tengo que rendir, prefiero rendirme siendo sincero.  No puedo ayudar a nadie si no me ayudo a mi mismo.  Y no puedo escribir poemas si no soy primero crudo y directo con mis ideas.  Así que aquí va; estoy enfermo, y no me quiero mejorar.  El problema es que uno siempre está enfermo con relación a cierto parámetro de sanidad.  Yo no estoy de acuerdo con estos parámetros; me parecen paradójicos.  Prefiero hasta morir solo. 

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