sábado, 21 de julio de 2018

Parricidio

"Larga vida al rey en su cumpleaños"; dijimos y luego nos fuimos de la casa, sucios, borrachos y cargando cualquier mamarracho que luego se pudiera vender para tener algo de comida.  Nos fuimos a vivir bajo un puente.  Puente que se alzaba en un extenso parque cercano, que en sus días de gloria estuvo lleno de vagabundos, pero que de un día para otro comenzó a apestar a sanidad y a hierbas finas.  Nosotros volvimos a bañar de oro los pequeños ríos de ese lugar, e hicimos fogatas nocturnas improvisando una guitarra con restos de madera y alambres de dudosa procedencia.  Fueron los días más felices que podrían haber florecido luego del cumpleaños del rey.  Las fiestas reales siempre eran engorrosas, y a duras penas las podía soportar año tras año.
La primera vez que me enteré que el rey sería una presencia de constante tensión entre yo y mi mundo interior, no la recuerdo bien.  Lo que sí puedo precisar es que llegó un momento en que podía ver su doble cara; como sonreía luego de matar gente y colonizar poblados.  Como discutía con la reina siempre obviando el detalle de que él mismo había sido el responsable de arruinar su vida.  Incluso como siempre apelaba a Dios para no responsabilizarse de sus propios actos.  La única manera de escapar del rey era matándolo, y la única forma de zafarse de la condena de parricidio, por considerarse el rey padre por derecho de todo lo que existe, era huyendo tan pronto como quedara consumado el hecho. 
Lo único que hice fue mostrarle que no tenía ya necesidad de ser esclavo, que prefería ser campesino o un simple paje siempre y cuando pudiera hacer fogatas o improvisar guitarras bajo un puente.  Mi inventiva y mi particular y hasta a veces irreal optimismo me acompañaría a todas partes y eso era lo único que necesitaba para sobrevivir.  El rey no pudo hacer nada; era de hecho el último bastión que quedaba en pie de un sistema ya caduco.  Nadie más podía estar de acuerdo con lo que decía, incluso aunque fueran a sus fiestas como simple acto de presencia sin compromiso.
Así que el rey murió de pena.
Larga vida al rey en su último cumpleaños.

No hay comentarios:

Publicar un comentario